Hormonas y biofertilidad: cómo los hábitos y el entorno moldean tu salud hormonal
Las hormonas son las grandes mensajeras de nuestro cuerpo. Llevan información desde el cerebro hacia cada célula y, al mismo tiempo, transmiten lo que ocurre en cada rincón del organismo hacia el cerebro. Regulan nuestra energía, nuestro descanso, nuestra piel, nuestras emociones y, por supuesto, nuestra fertilidad.
Cuando se desbalancean, aparecen síntomas como dolor premenstrual, acné, insomnio o inflamación. También diagnósticos que hoy parecen moneda corriente: síndrome de ovario poliquístico, endometriosis, miomas, baja reserva ovárica o infertilidad. Y sin embargo, la medicina convencional suele responder con lo mismo: píldoras, anticonceptivos o cirugías que no solucionan la raíz, sino que actúan como un parche.
La verdad es que la base para restaurar la salud hormonal está en los hábitos y el entorno que cultivamos día a día.
Diagnósticos distintos, mismas raíces
Endometriosis, quistes, SOP, miomas.
Síndrome premenstrual, inflamación cíclica, acné.
Infertilidad y diagnósticos de baja reserva ovárica.
Todos tienen un factor en común: un sistema hormonal desbalanceado por estilo de vida, estrés crónico y exposición a tóxicos.
Los pilares que afectan a las hormonas
1. Alimentación
Durante décadas nos enseñaron a temerle a la grasa. Nos dijeron que el colesterol era “malo” y que lo mejor era comer “light”. Pero el colesterol es el ladrillo con el que se construyen todas nuestras hormonas.
Las grasas animales de calidad son fundamentales para el cerebro (mielina) y para la producción hormonal. Sin ellas, literalmente, no hay vida fértil.
2. Tóxicos ambientales
Los disruptores endocrinos están en plásticos, cosméticos, perfumes, pesticidas. Son sustancias que imitan estrógenos y alteran la comunicación hormonal del cuerpo.
El resultado: exceso de estrógeno e inhibición de la progesterona, la hormona femenina más importante para la vitalidad en todas las etapas de la vida.
3. Estrés y exigencia
Un sistema nervioso en alerta no concibe. El cuerpo interpreta que no es momento seguro para reproducirse y altera las hormonas. Vivir en modo hiperproductivo es vivir en un estado de hiperestrógeno: lineal, exigido, desconectado de la ciclicidad femenina.
4. Descanso y ritmos circadianos
La luz solar es el gran regulador hormonal. No se trata solo de vitamina D: el sol marca los ritmos de todo nuestro sistema endocrino.
Dormir profundo y a oscuras permite que el hígado cumpla su función de depuración y que las hormonas se mantengan en equilibrio. Sin buen descanso, ningún suplemento puede sostenernos a largo plazo.
Estrógeno y progesterona: una danza en peligro
Progesterona: hormona femenina esencial para la calma, el descanso, la fertilidad y la vitalidad en todas las etapas.
Estrógeno: necesario, pero en exceso genera endometriosis, SOP, miomas, inflamación y síntomas premenstruales intensos.
Vivimos en una sociedad hiperestrogénica, donde se empuja a las mujeres a producir y rendir igual todos los días del mes. Pero la naturaleza femenina no es lineal: somos cuatro mujeres distintas a lo largo del ciclo.
Cuando se rompe la danza entre progesterona y estrógeno, perdemos nuestra ciclicidad y con ella nuestro poder creador.
Volver al origen
La buena noticia es que la biología siempre busca repararse. Con pequeños cambios en alimentación, descanso, exposición al sol, movimiento y gestión del estrés, podemos devolverle a nuestras hormonas el entorno que necesitan.
No se trata de mudarse a la montaña ni de abandonar la vida moderna. Se trata de elegir, dentro de lo que ya vivimos, hábitos y entornos que acompañen a nuestra biología en lugar de bloquearla.
🌱 La biofertilidad no es solo para gestar hijos. Es la capacidad de gestar proyectos, creatividad, salud y la vida misma.
Cierre
Tu cuerpo no está roto. Tus hormonas no están en guerra contigo: están pidiendo terreno fértil para volver a florecer.
Biofertilidad es volver al origen. Es recordar que tu biología está siempre de tu lado.
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