Alimentación ancestral y fertilidad: las enseñanzas de Weston A. Price

La alimentación es una de las medicinas más poderosas que tenemos, y su impacto en la fertilidad, la gestación y la salud de las generaciones futuras es inmenso.
Hoy quiero compartirte la visión del investigador Weston A. Price, un odontólogo que en los años 30 realizó uno de los estudios más profundos sobre cómo la nutrición moldea la salud humana —no solo de los cuerpos, sino de los linajes enteros.

Sus descubrimientos siguen siendo una joya para quienes buscamos volver al origen, reconectar con nuestra biología y preparar un terreno fértil para gestar desde la conciencia.

El viaje de Weston Price: la búsqueda de la vitalidad perdida

Price comenzó a notar en su consulta odontológica que cada vez llegaban más niños con caries, deformaciones dentales y problemas óseos. Movido por la pregunta de qué había cambiado, viajó por más de 14 pueblos originarios —desde los esquimales hasta tribus africanas y comunidades andinas— para observar qué mantenía la vitalidad, fertilidad y armonía de las poblaciones no influenciadas por la modernidad.

Lo que descubrió fue contundente:

  • Las comunidades que se alimentaban con dietas naturales, sin procesar y de origen animal tenían una salud extraordinaria.

  • Presentaban dientes fuertes, huesos amplios, partos naturales y ausencia de enfermedades crónicas.

  • En cambio, las poblaciones que adoptaban alimentos industrializados —azúcar, harinas refinadas, aceites vegetales— desarrollaban rápidamente caries, infertilidad, deformaciones faciales y complicaciones al parir.

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La preparación antes de la concepción

Una de las enseñanzas más profundas de Price fue que las tribus tradicionales no concebían sin preparación previa.
Las parejas se preparaban meses antes de la concepción, fortaleciendo sus cuerpos con alimentos ricos en nutrientes y asegurando que la mujer regenerara sus reservas antes de gestar.

Sabían que el terreno lo es todo, y que la calidad del esperma y del óvulo, la salud uterina y el entorno epigenético del bebé dependían de esa preparación.

Esta sabiduría ancestral coincide con lo que hoy llamamos preconcepción consciente: limpiar el cuerpo, nutrirlo, descansar, regular hormonas, reducir tóxicos y cultivar calma para recibir vida.

No hay una dieta perfecta, hay una dieta para cada momento

Price observó que no existe una “alimentación ideal” universal, sino que cada etapa de la vida —preconcepción, embarazo, lactancia, infancia— requiere un enfoque distinto.

La clave está en comer alimentos de calidad, locales y de temporada, lo más cerca posible de su fuente.
Más que seguir etiquetas como “vegana”, “keto” o “mediterránea”, se trata de entender el contexto biológico y emocional de cada persona.

Durante la preconcepción, por ejemplo, es fundamental una alimentación densa en nutrientes, rica en vitaminas liposolubles (A, D, E, K2), minerales biodisponibles, grasas naturales, caldos de hueso, órganos animales, mantecas crudas, huevos de pastura y alimentos fermentados.

Lo que la densidad nutricional revela en el cuerpo

Price documentó cómo la nutrición afecta no solo la salud interna, sino la estructura física:

  • Mandíbulas amplias, dientes alineados y arcos pélvicos abiertos → partos naturales y sin complicaciones.

  • Cráneos simétricos y respiración nasal óptima → sueño profundo, buena oxigenación y longevidad.

  • Piel firme, ojos luminosos y cabello fuerte → reflejo de una microbiota intestinal equilibrada y un hígado funcional.

Estas características, lejos de ser “heredadas al azar”, eran la consecuencia directa de una alimentación rica en nutrientes reales.

Degeneración o regeneración: el poder de cambiar el linaje

Price también demostró que la salud puede degenerarse o regenerarse en pocas generaciones, dependiendo del tipo de alimentación.
Madres con partos complicados o deficiencias físicas podían restaurar su salud y la de sus hijos al modificar su dieta.

Esto significa que siempre estamos a tiempo.
Incluso si ya estamos gestando, lactando o criando, podemos mejorar nuestra vitalidad, apoyar la microbiota del bebé y fortalecer el linaje con nuestras elecciones diarias.

Más allá del cuerpo: alimento para todos los planos

La alimentación densa en nutrientes no solo fortalece los tejidos físicos: también sostiene el sistema nervioso, equilibra las emociones y mejora la conexión espiritual.
Las grasas naturales generan mielina, la capa que recubre las neuronas, y por eso son claves para la salud mental y emocional durante el embarazo y el posparto.

Una madre bien nutrida emocional y físicamente puede sostener mejor su energía, disfrutar el proceso de gestar, parir y amamantar, y ofrecer a su bebé una leche viva y adaptativa.

Cuando nutrimos el cuerpo, también nutrimos la mente, el alma y el linaje.

Volver al origen

Las comunidades ancestrales no necesitaban estudios para saberlo. Intuían lo que hoy la ciencia redescubre: la forma más elevada de salud es la que se prepara con tiempo y respeto por la naturaleza.

Volver al origen no es una moda, es un llamado a recordar.
A preparar el cuerpo, limpiar el terreno, nutrir con alimentos reales y honrar la vida antes de recibirla.

🌱 Porque cada célula bien nutrida es una oración por las generaciones que vendrán.

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