La receta que me hizo amar el hígado: fácil, rápida y nutritiva

Ya te lo dije por Instagram y lo vuelvo a repetir: difícilmente te comparta recetas complejas. Me gusta comer rico, nutritivo y sencillo. No soy de esas personas que disfrutan pasar mil horas en la cocina.
Eso no quiere decir que nuuuunca lo haga. Algunas recetas —como las que llevan masa madre— requieren más tiempo, pero generalmente siguen siendo muy simples.

Aquí vamos entonces.

Te cuento algo: NUNCA me gustó el hígado. Me causaba mucho asco, y aun así mi mamá me lo hacía comer igual (¡gracias mamá, jajaja!).
Hasta que hace unos meses descubrí que, cocinándolo de esta manera, su sabor ERA OTRO. Completamente distinto.

¿Cómo lo preparo?

  1. Ponés a calentar grasa (la que uses) en una olla o sartén —si es de hierro, mejor, porque toma bien el calor.

  2. Una vez esté bien caliente, tirás el hígado ya cortado en “bifes” (ni muy gruesos ni muy finos).

  3. Lo dejás cocinar 10 minutos de un lado (obvio, chequeá que no se queme), y cuando se vea deliciosamente dorado, lo das vuelta y lo dejás otros 10 minutos más.
    NO lo mezcles con nada, solo el hígado.

  4. En otro recipiente, cortás 1 o 2 cebollas y las dorás aparte.
    Si lo hacés todo junto (como hacía yo antes), el hígado se “hierve” con el agua de la cebolla y queda más gomoso y fuerte de sabor (a mi gusto: feo).

  5. Sacás el hígado luego de unos 20 minutos, lo servís con las cebollitas doradas y lo acompañás con lo que desees.
    Y si encima le ponés manteca de tuétano, bienvenida al cielo en la tierra, ¡jajajaja!

Quizás la próxima semana te comparta la receta de la manteca de tuétano…

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Grasitas Medicinales: Manteca de Tuétano